Sexto
Como es natural, Makkachin adora a Yuuri nada más lo conoce.
Su mascota todo el tiempo ha sido sociable, incluso las personas que laboran en la casona que el padre de Victor compró tiempo atrás no se libran de caer bajo los encantos naturales de Makkachin, por lo tanto Yuuri tampoco resulta ser una gran excepción. El caniche se muestra feliz por haber conseguido abandonar su encierro; todo porque ama correr en grandes espacios, olfatear cosas, perseguir cosas y después caer rendido ante la agradable calidez del sol veraniego.
Makkachin es todavía un cachorro a final de cuentas.
La tormenta que semanas atrás caía sobre Hasetsu ya no representa ningún peligro, ahora sólo queda una horrenda ola de calor, cuya intensidad obliga a todos los residentes a buscar sitios más frescos para sobrellevarla. Según Yuuri comenta mientras ve a Makkachin perseguir una ardilla entusiasmado, aquella resulta ser la temporada baja en Yutopia –el onsen que pertenece a los Katsuki–, por lo cual tiene más tiempo libre para invertirlo en prácticas o ballet.
A veces Yuuri trabaja ahí medio tiempo; debe hacerlo porque necesita dinero para comprar algunas cosas que necesita si quiere seguir patinando. Victor ya le ha visto moverse por la pista de hielo antes y cree es fantástico. Era como si creara música con sólo mover su cuerpo en gráciles coreografías que captaban la total atención del espectador. Yuuri le confiesa que le gustaría competir alguna vez de manera profesional, resulta ser todavía un camino largo y asegura no ser lo suficientemente bueno para ello, más sus sueños son grandes y pese a todas las inseguridades que le atormentan, sigue adelante.
Y Victor lo admira más con cada día que pasa. Yuuri tiene miedos, sí, pero lucha contra ellos esperando alguna vez derrotarlos y conseguir alcanzar las metas que se ha impuesto con tanta convicción.
Entonces, en secreto, Victor comienza a trabajar en algunos proyectos. Ha llevado clases de composición musical desde hace un año completo, y su profesora encuentra interesante dejarlo incursionar por si mismo dentro de aquel vasto mundo. Es difícil porque algunas veces la inspiración viene a él sin mayor problema, otras cree no estar interpretando correctamente el patinaje que Yuuri anhela mostrarle al mundo. Porque Yuuri Katsuki posee muchísimas facetas que nadie, ni siquiera él mismo, conoce.
En tardes particularmente buenas, es capaz de tocar notas tristes o nostálgicas, entre tanto, en otras ocasiones sus dedos recrean sonidos fuertes e intensos. Es así como, tras arduas sesiones de prueba y error, logra darles forma a tres de los temas principales que si bien todavía necesitan trabajo, terminarán volviéndose un eje central a futuro en su relación con Yuuri: Eros, Stay Close To Me y una tercera que todavía no consigue nombrar. Pero esta última canción es especial. En ella, Victor refleja todas las emociones que pasan por su cabeza cuando ve a Yuuri deslizarse por el hielo, como si nada más en el mundo importara, como si ése pequeño fragmento en la tierra hubiese sido moldeado sólo para él.
Y poco a poco el nombre llega a Victor igual que una revelación, casi de forma irónica durante un examen de matemáticas. Quiere llamarla justo igual que la persona responsable de su creación y, ésa misma noche, no titubea cuando escribe con rotulador negro las palabras sin temor a equivocarse.
De ese modo nace Yuuri On Ice; melodía que Victor espera con fervor algún día, pueda ver la luz.
Comentarios
Publicar un comentario