Quinto

Victor aprende mucho de Yuuri ahora que han decidido frecuentarse más.

Por ejemplo, sabe que le gustan los perros; aunque no tiene uno propio porque el negocio de sus padres no se lo permite. Los Katsuki poseen las últimas aguas termales que quedan en Hasetsu, por lo cual tener una mascota resulta imposible. De igual manera, su color favorito es el azul -y no, Victor cree que no tiene nada que ver con sus ojos-. La comida que le fascina resulta ser algo llamado Katsudon, pero prefiere evitarlo pues tiende a engordar con facilidad. 

Y le gusta patinar, tanto que algún día espera llegar lejos.

También tiene dos amigos a quienes conoce desde que era un niño: Yuuko y Takeshi. Aunque ellos van a otra escuela, suelen verse por las tardes y a Victor le agradan porque son atentos y divertidos. Entonces es ahí que se da cuenta que prefiere pasar más tiempo con ellos, que con cualquier otro compañero de su propia aula. Yuuri y él asisten al mismo colegio, en clases distintas, pero se reúnen durante los almuerzos para charlar. 

Luego, después de la escuela, van al Ice Castle o a cualquier otro sitio y pasan el verano en calma.

De ese modo, Victor comprende que Yuuri es alguien único. Tiene defectos, por supuesto: es terco hasta límites insospechados, a veces egoísta también, suele sentirse inseguro de si mismo bastante seguido y le afectan demasiado las opiniones ajenas.

En ocasiones, Victor llega a pensar que el corazón de Yuuri es parecido al cristal; hermoso aunque muy, muy frágil. Y eso le hace desear protegerlo en cierta medida. Porque Yuuri posee más virtudes que defectos que quizá pocos se toman la molestia de ver. 

Es comprensivo, gentil, educado y escucha cuando alguien lo necesita. Para Victor, quien ha pasado en soledad casi toda su vida, Yuuri bien puede compararse a una luz entre tanta oscuridad, algo a lo cual aferrarse, un motivo además de Makkachin para sobrellevar su encierro en la misma jaula de oro dónde le han confinado desde que recuerda.

Yuuri le regala, sin ser consciente, algo en extremo valioso: su amistad sincera. Y él pasa a convertirse en la primera persona en quien Victor confía de verdad.

Victor ya no cree en Dios desde que su madre falleciera, aun así. agradece haber encontrado a Yuuri cuando más lo necesita.

Y, a partir de ahí, está seguro que ya jamás la soledad le acompañará otra vez.


                                           

                                                           

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