Cadenza
Perdido en sus pensamientos, Haruki bebió un poco de café, con la vaga esperanza de encontrar consuelo en un acto tan simple.
Por desgracia, solo logró sentirse peor. Si analizaba las
circunstancias desde un punto de vista profesional, ya tenían suficientes
problemas tras quedarse sin guitarrista. Y estos aumentaban gracias al hecho de
que su vocalista, aparentemente, también había perdido los deseos de cantar.
Así que, en resumidas cuentas, estaban doblemente jodidos.
Desde el aspecto de la composición musical, podrían recurrir
a opciones externas con tal de obtener las letras. Sin embargo, gran parte del
éxito que Given cultivó hasta entonces, se dio gracias al talento de Yuki como
compositor. Sus canciones tenían un alcance impresionante. No importaba si las
usaban para temas románticos, corazones rotos o superación: el público
conectaba y atraía muchos seguidores.
No obstante, luego de que el año sabático terminara, se
dieron cuenta que la situación iba de mal a peor. Take les solicitó acudir a
una reunión formal con el presidente de la discográfica. Se tornó incómodo y
terriblemente duro, porque la silla que usualmente Yuki ocupaba estaría vacía.
Y se volvió más real el hecho de que Yuki estaba muerto, que
ellos no sabían cuál rumbo tomar, y que Given pendía de un hilo muy frágil.
La conversación, por supuesto, tampoco resultó agradable.
Cuando hablaron abiertamente sobre cuál sería el destino de la banda, Mafuyu
guardó silencio negándose a decir nada.
Inclusive a Haruki le dio la impresión de que intentaban
volcar todo el peso de la decisión en él, pues al haber sido pareja sentimental
de Yuki, su opinión era la de mayor peso.
A semejantes alturas, todos sabían perfectamente bien que
Mafuyu era el tipo de persona cuya expresión emocional se llevaba a cabo de
forma distinta a la de los demás; siempre lo entendieron, mas nunca antes
fueron tan conscientes como en ese instante.
—No creo entender cuál opción sea la más sensata —comentó
sin mirarlos—. Yuki era...un obstinado sin remedio; independientemente de lo
que ocurrió, sabemos que hubiese deseado mantener la banda unida a cualquier
precio.
—¿Significa que estarás dispuesto a continuar? —preguntó
Take con tacto—. ¿Te sientes listo para afrontar lo que vendrá?
—No lo sé bien. Ya pasó un año y sigue siendo confuso
—intentó ser honesto—. Las terapias con mi psiquiatra han ayudado, no obstante…
—Te sientes incapaz de cantar —concluyó frustrado Jun, uno
de los directivos.
Mafuyu no respondió a la pregunta. No hizo falta, en
realidad. Aun así, Akihiko y Haruki respaldaron la postura de Mafuyu,
asegurándole que respetarían la decisión que tomara al final.
A pesar de la solidaridad conjunta, se les hizo ver que
Given era un producto comercial y, como tal, necesitaba vender para la
discográfica. Con tal de ganar tiempo y aligerar la presión, Take prometió que
comenzarían a buscar un reemplazo cuanto antes, lo cual por supuesto, sonó más
sencillo en la teoría: encontrar un guitarrista capaz de llenar el espacio tan
grande que Yuki dejó con su muerte sería imposible.
Si bien Take se encargó de correr la voz en los medios
apropiados con la intención de organizar audiciones cerradas entre candidatos
potenciales, Haruki los rechazó a todos.
Take simplemente no comprendía por qué. Todos ellos eran
talentosos y tenían una técnica impecable, cualquiera los querría en su grupo
sin pensarlo.
A pesar de ello, siguió en la misma postura de rotunda
negación. Así que, siete postulantes después y ningún resultado positivo, Take
comenzó a insistir en que estaban saboteándose, e intentó apelar al buen
sentido común de Akihiko. Sin embargo, este alegó que si Haruki decía
"no", tenía sus razones y él también votaría del mismo modo.
—Tómalo con calma —Akihiko Le recomendó una noche, tras
derrumbarse exhausto sobre la cama luego de haberse pasado gran parte del día
en el estudio—. Si sigues así, terminarás enfermando.
—No puedo evitar preocuparme —murmuró—. Todo está mal. Y
Mafuyu…Dios, debe odiarnos.
—Sabes que eso no es verdad —su novio comenzó a acariciarle
el cabello a manera de consuelo—. Se siente perdido, incluso más que cualquiera
de nosotros.
—Quisiera encontrar la solución a este desastre —Haruki dijo
con el corazón lleno de tristeza—, pero no se me ocurre nada. Y sigo pensando
una y otra vez qué pudimos hacer distinto para que nuestra realidad no
terminara así…
—Los hubiera no existen, Haru.
Mierda, por supuesto que lo sabía.
Entendía que no podía regresar el tiempo sin importar cuánto
lo deseara. Y también le quedaba claro que tampoco sería capaz de desaparecer
el sufrimiento de Mafuyu de un día a otro: por eso la culpa le atormentaba a
diario.
¿Cómo pudo ser tan ciego y estúpido? De haber prestado más
atención a los detalles, a cualquier señal, quizá Yuki todavía seguiría con
ellos. Haruki tenía demasiados cargos de conciencia porque fue la última
persona que lo vio con vida.
Tras la pelea con Mafuyu, trató de ayudar a Yuki. No
obstante, en lugar de insistir más, le permitió regresar a casa creyendo que
estaría bien, que todo volvería a la normalidad pronto. Bajo ningún concepto
debió dejarlo solo, su deber como amigo consistía en acompañarlo cuando
claramente lo necesitaba.
En vez de eso lo dejó ir directo hacia su muerte.
Con los remordimientos a cuestas, Haruki hundió el rostro
entre las almohadas y comenzó a sollozar.
—Tranquilo, llorar no es malo. Duele y quizá dentro de diez
años seguirá haciéndolo. Aun así, sin importar cuán aterrador sea, debemos
aprender a luchar contra nuestros demonios. Aunque en algún momento traten de
destruirnos —Akihiko lo abrazó.
—Es que…
—No fue culpa tuya ni de nadie que Yuki tomara ese camino,
¿entiendes? —Le interrumpió—. Y hasta que Mafuyu siga negándose a ajustar
cuentas consigo mismo, no nos quedará otro remedio más que esperar y ser
pacientes —Luego sonrió—. Como sus amigos, estaremos ahí cuando eso ocurra.
Sintiéndose incapaz de hablar, Haruki se aferró a Aki y
lloró hasta quedarse dormido entre sus brazos. Quizá resultaba muy egoísta
pensarlo, pero al menos ellos se tenían el uno al otro. Mafuyu, en cambio,
luchaba por sobreponerse por cuenta propia.
Y eso le rompía el corazón.
De pronto volvió al mundo real tras darse cuenta que Take se
acercaba a la mesa que ocupaba. Parecía cansado y no era para menos.
—Hey —saludó casual.
—Llegas tarde —reclamó en un puchero, tras sentarse
correctamente.
—Perdón, me retrasaron algunas pendientes —Se disculpó
ajustándose las gafas y tomó asiento frente a él.
Una camarera se acercó con la intención de verificar si Take
deseaba beber algo, y no pareció sospechar absolutamente nada sobre quién era
Haruki.
—Gracias por venir.
—No hay de qué —Luego suspiró—. Si bien nos vimos hace
algunos días, no comenzaré preguntándote cómo estás.
—Soy muy transparente, ¿no es así? —Take guardó silencio un
segundo.
—Todos nos damos cuenta de que las cosas van mal —dijo,
refiriéndose a la disquera—. E intuyo que por eso tenías tanta urgencia de
verme, ¿cierto?
—Eres mi amigo.
—Sí, y por eso sé que usualmente acudes a mi cuando vas a
tomar una decisión muy importante —Le recordó.
—Esa ya la tomé —Haruki se colocó un mechón de cabello tras
la oreja —. Solo me hace falta entender si es realmente lo correcto.
—¿Quieres mi opinión sincera? ¿O prefieres una verdad
disfrazada a medias? —Haruki eligió la primera opción—. Si sigues rechazando
candidatos, dudo mucho que llegues a buen puerto.
El rubio se llevó ambas manos al rostro, denotando así su
desesperación.
—Ninguno me parece el indicado —Take comenzó a reír.
—Pensé que querías a alguien con la capacidad para tocar la
guitarra — resopló divertido—, no a un novio dispuesto a ir a las puertas del
altar contigo —Lo molestó.
—Muy gracioso…
En aquel instante, la camarera volvió a acercarse con un
café americano que colocó frente a Take, e inmediatamente después procedió a
retirarse.
—¿Qué pasa con ellos? —quiso saber, mientras vertía azúcar
dentro de la humeante taza—. ¿Sus referencias son insuficientes? ¿Les falta
experiencia? ¿No cumplen con tus exigencias?
—No son Yuki —Haruki concluyó desanimado.
—Por supuesto que no.
Gracias a tantos años de amistad, Take tenía la confianza
para expresarse sin rodeos.
—No me estás ayudando...
—Mira, Yuki no solo era un músico talentoso, sino también un
hombre increíble y nos dolió mucho perderlo —Take lo decía en serio—. Pero
debes comenzar a entender que el próximo miembro de Given, si es que lo
encuentran, será una persona distinta con habilidades propias y percepciones
diferentes en todos los aspectos. Lo que intento hacerte ver es que nadie podrá
reemplazar a Yuki, aun así, no significa que alguien más no sea capaz de hacer
un buen trabajo en su lugar.
—Lo sé…
—Entonces no entiendo qué quieres oír —meditó Take
circunspecto—. Extraoficialmente, ¿cuál es la opinión de Mafuyu y Akihiko sobre
el tema?
—Akihiko piensa igual que yo. Y Mafuyu...bueno. Él prefiere
mantenerse al margen —Haruki movió la cabeza en señal de negación—. Y no lo
culpo.
—¿Han cuidado bien de él? Ya sabes...
Haruki asintió. Después del funeral de Yuki, la madre de
Mafuyu prácticamente le suplicó a su hijo recibir tratamiento psicológico con
tal de ayudarlo a sobrellevar el duelo, pues le aterraba pensar que intentara
hacerse daño por la depresión. Mafuyu aceptó, a pesar de ello, sus sesiones
eran privadas y no compartía nada con los demás acerca de ello.
—Por ahora no ha faltado a ninguna terapia —Le contó a
grandes rasgos.
—Espero que le esté ayudando —murmuró apenado.
—Yo también.
—Oye, la verdad no soy quién para decirte qué hacer. Y en
honor a nuestra amistad, hablaré claro: regresar a la normalidad será
imposible. Sin embargo…
—¿Sin embargo?
—Considero que es mejor haberlo dado todo, que darse por
vencido a mitad del camino —Haruki se sorprendió, pues eran exactamente las
mismas palabras que Akihiko usó días atrás.
—Gracias —dijo aliviado.
—No tienes por qué agradecer. Sabes que cuentas con mi apoyo
—Acto seguido, levantó su taza fingiendo un brindis.
Haruki, de mejor humor, lo imitó permitiéndose esbozar una
sonrisa agradecida.
¿Acaso lograría dar con alguien capaz de acoplarse a ellos?
No sabía. Y quedarse sentado sin hacer nada tampoco le ayudaría a sortear aquel
complicado obstáculo.
No podía rendirse.
Pasar un momento agradable en compañía de Take le permitió
analizar todo desde otra perspectiva. Al despedirse, si bien pudo irse en auto
o haber aceptado el ofrecimiento de su amigo para llevarlo hasta su
departamento, lo cierto fue que prefirió caminar un rato.
Hacía frío, pues la ciudad comenzaba a recibir las primeras
nevadas características del mes. A pesar de ello, le sentó bien aquel lapso de
solitaria introspección. Tras una hora de deambular sin rumbo definido, se
detuvo frente a unos escaparates preguntándose si debería comprar algunos
víveres antes de volver.
De pronto, Haruki se detuvo motivado por la curiosidad, ya
que desde ahí alcanzó a escuchar el inequívoco sonido de una guitarra
eléctrica.
Observando alrededor, notó que muy cerca de ahí se hallaba
una zona abierta, con una fuente decorativa rodeada por distintos locales
comerciales, cuya alta fluctuación de transeúntes la convertían en un excelente
punto para los artistas callejeros.
Acercándose, se unió al puñado de personas que se detuvieron
a disfrutar la presentación del músico en cuestión, quien sostenía entre sus
manos una desgastada telecaster qué, sin duda, vio mejores tiempos en el
pasado.
Quien tocaba era un hombre joven, quizá no mayor a
veinticinco años. Pero su edad no importaba si tomaba en consideración la
manera tan impresionante en que tocaba, impropia de un aficionado.
Sentado sobre un pequeño amplificador, el guitarrista
ejecutaba con precisión e impresionante habilidad "Still Loving You",
de una banda alemana mundialmente conocida llamada Scorpions. No se trataba de
una pieza sencilla ni por asomo, además, Haruki tenía suficiente experiencia en
el mundo de la música para reconocer el talento innato cuando lo tenía enfrente.
Aunque no solo era eso. De los candidatos que entrevistó esa
semana, a pesar de sus recomendaciones y buena reputación, ninguno se acercaba
a este chico ni por asomo. Cada acorde, todas las progresiones y el riff no
eran menos que perfectos. Y había algo más en él, algo que a los otros les
faltaba: arrebato, emoción e ímpetu. Interesado, se preguntó por qué demonios
alguien así tocaría en la calle. A su parecer, tenía el nivel suficiente para
formar parte de una banda si quisiera.
Haruki esbozó una sonrisa ganadora, resuelto a quedarse un
poco más. También se atrevió a grabar unos cuantos vídeos con su celular,
asegurándose de captar bien los detalles. Luego no dudó en obsequiarle una
generosa "propina", y se prometió volver la noche siguiente.
Tenía un presentimiento.
Y por primera vez en meses, fue uno bueno.
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