Prefacio

Si bien se encuentra en una zona neutral, Mafuyu nota el repentino cambio del ambiente que los rodea, pero no solo se reduce a eso; también puede escucharlo e incluso sentirlo sobre su piel hormigueando expectante, a la espera. 

Contrario a todo cuanto se pronosticó al inicio, tienen casa llena: el público clama por ellos con potentes gritos entusiastas que se unen convirtiéndose en una sola voz que resuena en un eco ensordecedor, poderoso e inquebrantable. De pronto la adrenalina lo sacude de un modo en que, de alguna manera, creyó que jamás volvería a experimentar de nuevo.

Y se siente aterradoramente vivo. 

Ya todo está listo, se prepararon durante meses con la única intención de dar lo mejor esa noche con tal de ofrecer un gran espectáculo a quienes todavía tienen fe en ellos, en su música, en Given. A pesar de que Mafuyu lideró docenas de conciertos antes, sabe perfecto que este es completamente distinto a todos los demás; marcará el final y el inicio de algo nuevo, de algo que no esperaba ni muchísimo menos estaba buscando, pero que aun así encontró por mero azar y capricho del destino. 

Y las piernas le tiemblan. Aunque no es gracias al nerviosismo, sino a la creciente emoción dentro de su pecho. Quiere cantar. Necesita cantar, ansía expresar aquello que decidió guardar en su resquebrajado interior de una buena vez y por todas para, finalmente, dejarlo ir. 

Mafuyu se niega a seguir cargando con una culpa que ahora entiende no le corresponde. Resuelto a lograrlo, toma una larga exhalación buscando así centrarse y de pronto alguien sostiene su mano con firmeza conectándolo a tierra; el gesto es suave, gentil y repleto de un cariño implícito que no requiere expresarse a través de las palabras. 

Unos serenos ojos azules le observan detenidamente, tanto que Mafuyu entiende a la perfección lo que intentan expresarle. Y sonríe. Lo hace porque ya no está solo. Al fin comprendió que jamás ha estado solo.

—¿Listo? —Ritsuka pregunta sin soltarlo. 

La determinación de Mafuyu es tan grande que Uenoyama casi puede tocarla. 

—Como nunca antes. 

Con paso firme y voluntad inquebrantable, Given se dirige al escenario. Tienen un concierto que ofrecer y no planean decepcionar a nadie. 

Mientras siguen avanzando juntos, por primera vez en mucho tiempo Mafuyu desea cantar desde lo más profundo de su alma y ser libre, a pesar de que el camino para llegar a ese punto no hubiese sido sencillo en absoluto. 

Porque, tal cual alguien le dijera una vez, el corazón humano era muy similar a las cuerdas de una guitarra; y a partir de entonces, Mafuyu planeaba llevar las suyas al límite. 

Porque una emocionante etapa en su vida recién comenzaba.

Y ya no le temía al invierno. 


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